
La temporada decembrina llegó con un brillo distinto en Ometepec, pero no necesariamente uno seguro. Desde hace al menos dos semanas, comerciantes ambulantes y establecidos comenzaron a vender fuegos pirotécnicos sin medidas mínimas de seguridad, una práctica que cada año se repite y que hoy vuelve a generar preocupación entre vecinas, vecinos y madres de familia del municipio.
Una venta que se extiende por todo Ometepec
En un recorrido por la avenida Cuauhtémoc, el mercado municipal y algunas colonias populares, se observan mesas improvisadas donde se ofrecen productos que van desde chispitas de 5 pesos hasta cañones y “R-15” que pueden alcanzar los 100 pesos. Aunque la tradición de usar pirotecnia es común en la Costa Chica, la venta irregular se ha vuelto un tema sensible, sobre todo cuando niñas, niños y jóvenes compran libremente estos explosivos.
“Los morritos vienen, compran y se van tronando cohetes en las esquinas. A veces ni ven quién pasa”, comenta doña Mariela, vecina del mercado nuevo. “Antes había más control, ahora cualquiera vende”.
Los jóvenes, especialmente, prefieren los artefactos que explotan con mayor fuerza: cañones, corredizos o los llamados R-15. Productos que, sin supervisión adecuada, aumentan el riesgo de accidentes para peatones y familias que caminan por zonas concurridas.
Autoridades municipales señalan limitaciones
Ante las quejas de la ciudadanía, comerciantes y habitantes buscaron a personal de Reglamentos y Espectáculos para exigir que se regule la venta de fuegos pirotécnicos. Sin embargo, la respuesta no generó mucha esperanza.
“El tema de permisos es del Ejército. A nosotros solo nos toca la licencia de funcionamiento”, explicó un trabajador del área, quien reconoció que año con año los puestos aparecen y operan sin mayor revisión.
Esta cadena de responsabilidades fragmentadas coloca a Ometepec en un vacío de autoridad donde ninguna instancia actúa de manera preventiva.
Riesgos crecientes en espacios públicos
Durante los últimos días, varias familias han expresado su preocupación porque grupos de jóvenes lanzan cohetes en esquinas, parques, banquetas y hasta en zonas cercanas al transporte público.
“El otro día aventaron uno cerca del paradero y casi explota junto a una señora que cargaba a su bebé”, relató don Armando, vecino del barrio de La Guadalupe. “No se trata de quitar tradiciones, sino de poner orden”.
La comunidad señala que más allá del ruido, el riesgo de quemaduras y accidentes crece en estas fechas, especialmente en zonas con concentración de personas. Además, personas adultas mayores y animales domésticos también sufren por el uso descontrolado de pirotecnia.
Un llamado necesario antes de que ocurra una desgracia
Ometepec es un municipio con vida comunitaria intensa, fiestas largas y tradiciones profundas. Pero también es un territorio donde la prevención suele llegar tarde. Vecinas y vecinos piden coordinación real entre autoridades municipales y militares, campañas informativas y operativos que protejan a quienes hoy caminan entre puestos improvisados.
La comunidad insiste en que no se trata de prohibir, sino de regular con seriedad. “Queremos que nuestras niñas y niños celebren sin miedo, sin accidentes. Es lo mínimo”, concluye doña Mariela.
La venta irregular continúa a la vista de todos. Ometepec necesita atención inmediata para que la temporada decembrina no termine marcada por una tragedia anunciada.
