
Una de las piezas más enigmáticas de la arqueología mexicana es la llamada máscara de Malinaltepec, descubierta el 15 de octubre de 1921 por el arqueólogo Porfirio Aguirre en el interior de un montículo funerario de esta localidad guerrerense.
Tras su hallazgo, especialistas determinaron que la pieza fue elaborada en dos etapas históricas. En su origen, la máscara fue tallada en piedra verde, con rasgos y estilo propios de la cultura teotihuacana del periodo Clásico.
Tiempo después, ya en el Posclásico, el objeto fue intervenido nuevamente y decorado con un mosaico de amazonita, turquesa y concha, lo que le otorga un aspecto único y de gran valor estético.
Hoy, esta obra maestra del arte prehispánico forma parte de la colección permanente del Museo Nacional de Antropología, donde es admirada por visitantes de todo el mundo.