Entre montañas y neblina, el panteón de Malinaltepec resplandece con los colores del alma. Miles de flores de cempasúchil cubren los caminos y las tumbas, formando arcos y senderos que, según la tradición, guían a las almas de regreso al mundo de los vivos.
El naranja intenso del cempasúchil y el morado profundo de las velas se funden con el azul del atardecer, creando un paisaje lleno de vida dentro del descanso eterno. Familias enteras llegan con música, comida y oraciones para reencontrarse con quienes partieron, manteniendo viva una de las tradiciones más entrañables de México.
Así luce el panteón de Malinaltepec: un jardín de recuerdos, donde el amor florece cada año y la muerte se convierte en celebración.
