
La mañana de este 4 de diciembre, un niño de 10 años proveniente de Xochistlahuaca llegó al IMSS-Bienestar Ometepec con un diagnóstico urgente: apendicitis en fase avanzada. Sin embargo, lejos de recibir atención inmediata, la familia denunció que el personal médico les negó el servicio argumentando que no había un cirujano pediátrico disponible.
Según los familiares, el menor arribó al hospital alrededor de las siete de la mañana con dolor abdominal intenso y un estudio de ultrasonido que confirmaba el cuadro de apendicitis. Aun así, el personal les informó que deberían esperar hasta las 3:30 de la tarde —seis horas más— para que llegara el especialista capaz de operarlo.
“Nos dijeron que esperáramos o que buscáramos un particular”
El caso comenzó a circular entre vecinos de Ometepec y Xochistlahuaca luego de que la familia denunciara públicamente la situación. “Nos dijeron que si no queríamos esperar, mejor lo lleváramos a un particular. ¿Cómo creen? El niño no aguanta el dolor”, relató uno de los denunciantes.
La respuesta del personal del hospital encendió la indignación de la familia, que insistió en que la apendicitis del menor estaba en una fase crítica. Para las y los habitantes de la Costa Chica, donde muchos pueblos dependen del IMSS-Bienestar como única opción pública para emergencias, este tipo de omisiones revive la preocupación constante por la falta de especialistas y por la atención desigual hacia comunidades indígenas como Xochistlahuaca.
Un diagnóstico grave ignorado
De acuerdo con los familiares, un segundo médico valoró al niño dentro de las instalaciones del hospital y confirmó que la apendicitis estaba en “fase tres”, considerada de máxima gravedad. Ese diagnóstico, sin embargo, no modificó la postura del hospital.
“El médico que lo recibió dijo que aun así tenía que esperar las seis horas. Lo estamos viendo muy mal, y ellos solo repiten que no pueden hacer nada sin el cirujano pediatra”, señaló la madre del menor.
En situaciones así, especialistas en salud comunitaria han advertido que retrasar una cirugía por apendicitis grave puede derivar en una perforación, peritonitis e incluso riesgo de muerte, especialmente en niñas y niños. Para muchas familias de la Montaña y Costa Chica, la espera no es opción cuando la vida va de por medio.
La carga para las comunidades indígenas y rurales
El caso también refleja las desigualdades que enfrentan niñas y niños de municipios como Xochistlahuaca, que deben recorrer varios kilómetros hasta Ometepec para recibir atención. “Venimos desde temprano porque allá nos dijeron que urgía operarlo. Aquí solo nos hicieron esperar”, agregó otro familiar.
En territorios indígenas, donde el acceso a servicios de salud es limitado, depender de un solo hospital regional coloca a cientos de familias en riesgo. La falta de cirujanos pediátricos es un problema conocido, pero la negación de atención en casos urgentes eleva la indignación comunitaria.
Responsabilidad y exigencia
La familia responsabilizó directamente al personal del IMSS-Bienestar Ometepec por cualquier complicación derivada de la espera forzada. Sostienen que la gravedad del menor requiere intervención inmediata y que el hospital tiene la obligación de aplicar protocolos de urgencia, incluso si el especialista tarda en llegar.
“No queremos que pase una tragedia. Solo queremos que atiendan al niño, nada más”, insistió un tío del menor.
Hasta el momento, no se ha informado si el hospital reconsideró la decisión o si el cirujano pediatra ya fue notificado de la urgencia. Mientras tanto, la familia sigue exigiendo que se actúe con prontitud para evitar un desenlace que pudo prevenirse.
Este hecho vuelve a encender la discusión sobre el derecho a la salud en la Costa Chica y la urgente necesidad de fortalecer la presencia médica en hospitales regionales. Lo que hoy ocurre en Ometepec podría repetirse en cualquier comunidad donde la vida de niñas y niños dependa de un especialista que no siempre está disponible.
