
La violencia en el Cerro de la Garza de Cochoapa el Grande dejó dos choferes desaparecidos y familias Na’Savi atrapadas entre tiroteos y miedo en la Montaña Alta.
Un territorio sitiado por el miedo
En la Montaña Alta, donde el camino es la vida misma, el Cerro de la Garza volvió a retumbar con el eco de las balas. Lo que antes era una ruta indispensable para el comercio, la salud y las visitas familiares, hoy se ha convertido en un corredor del terror que refleja la crudeza de la violencia en La Montaña y el abandono institucional que pesa sobre los pueblos Na’Savi.
La mañana de este lunes, dos camiones que transportaban material de construcción fueron atacados a tiros. Los vehículos quedaron perforados por ráfagas de grueso calibre y dos choferes desaparecieron, dejando consternadas a sus familias y con el corazón encogido a toda la comunidad.
“Quedarse aquí es morir, pero irse para allá también”
Repiten los habitantes, con esa mezcla de valentía y resignación que solo carga quien ha aprendido a sobrevivir entre el fuego cruzado.
Una ruta vital convertida en trampa mortal
La ruta del Cerro de la Garza, indispensable para conectar a las comunidades con Tlapa y otros municipios, se ha transformado en un punto de riesgo extremo. Cualquier movimiento puede ser interpretado como amenaza por los civiles armados que rondan la zona o por los grupos inmersos en conflictos territoriales que llevan años sin resolverse.
Los pobladores relatan que en distintos tramos del camino se escucharon disparos continuos, seguidos del silencio tenso que anuncia que algo grave ocurrió. Los camiones quedaron varados y heridos como testigos mudos del ataque. Lo que no se vio —la desaparición forzada de los choferes— pesa aún más: una herida profunda en un pueblo que ha visto cómo sus hijos desaparecen sin respuesta del Estado.
Habitantes Na’Savi narran que los tiroteos ya no son hechos aislados, sino parte de una rutina violenta que los mantiene confinados en sus propias comunidades, con miedo de salir incluso para comprar alimento o llevar a un enfermo al hospital.
Años de impunidad y una comunidad al borde del colapso
El municipio de Cochoapa el Grande arrastra una historia de asesinatos de líderes, regidores y autoridades comunitarias. Los conflictos agrarios, el control territorial y la falta de presencia real de las fuerzas de seguridad han permitido que la violencia avance sin freno.
Organizaciones locales y comunicadores como Noticias Oportunas han registrado ataques previos en el mismo punto. Nada ha cambiado. La impunidad se volvió costumbre, y el silencio oficial, una carga que las comunidades cargan sin quejarse, pero que ya pesa demasiado.
“Ya no es vida. Vivimos encerrados por el miedo”
Expresó un representante comunitario, quien pidió omitir su nombre por seguridad.
Las familias Na’Savi exigen la presencia inmediata de autoridades municipales, estatales y federales, no para militarizar su vida cotidiana, sino para garantizar un mínimo de seguridad que les permita transitar sin sentir que cada curva es una sentencia.
Una región que exige ser escuchada
El ataque en el Cerro de la Garza no es un hecho aislado: es la muestra más reciente del deterioro del tejido social en la Montaña Alta. Mientras los pueblos intentan sostener su vida comunitaria, la amenaza permanente de una emboscada o una bala perdida los obliga a resistir en condiciones inhumanas.
La pregunta que se hacen hoy en los pueblos Na’Savi no es quién será el siguiente, sino cuánto tiempo más podrán resistir sin que el Estado atienda esta emergencia humanitaria.
La Montaña no pide favores: exige respeto, seguridad y justicia para caminar su propio destino sin miedo.
