
La familia denuncia que, pese a estudios positivos, el IMSS-Bienestar rechazó resultados y negó tratamiento gratuito a un anciano meꞌphaa.
Un anciano meꞌphaa que camina entre diagnósticos negados
Gregorio, de 83 años, indígena meꞌphaa originario de Xihuitepec, es hoy el rostro más claro de cómo la tuberculosis en San Luis Acatlán puede convertirse en una sentencia cuando el sistema de salud decide cerrar las puertas. Su comunidad, con apenas unas treinta viviendas y sin carretera digna, queda aislada entre cerros y brechas donde la vida se sostiene a pie y con paciencia.
Durante semanas, Gregorio cargó con tos persistente, flemas y una respiración cada vez más débil. Su hijo Rodrigo caminó dos horas para llegar por él y traerlo a Pueblo Hidalgo, donde al menos existe un pequeño centro de salud. Desde entonces lo acompaña, junto con Raymundo, un familiar que le ayuda a traducir del meꞌphaa al español.
Diagnósticos que se contradicen y una puerta cerrada
En el Centro de Salud de Pueblo Hidalgo, un médico identificado como “Jovanni” tomó muestras de flemas. El resultado fue negativo. Sin más explicación ni tratamiento, lo enviaron de regreso a casa.
Pero los síntomas no cedían.
Ante la urgencia, Rodrigo y Raymundo llevaron a Gregorio a la cabecera de San Luis Acatlán con un médico particular. Ahí se ordenaron estudios, incluida la prueba inmunológica anti-TB (IgG, IgM, IgA), que salió positiva.
El especialista les recomendó acudir al IMSS-Bienestar Guerrero, donde por ley debe otorgarse tratamiento gratuito.
En el IMSS-Bienestar, el enfermero “Francisco” volvió a tomar muestras, pero no aceptaron los estudios privados. Los resultados, otra vez, aparecieron como negativos. Tampoco le ofrecieron medicamentos paliativos ni referencia médica.
“Solo con médico particular”, les dijeron.
Mientras la tos empeoraba, la familia buscó una tercera opinión, ahora en Marquelia. Allí, nuevos estudios dieron positivo a tuberculosis, incluida una radiografía de tórax con infiltrados compatibles con la enfermedad. El médico les explicó que el tratamiento particular es muy costoso, pero en el sector salud es gratuito y obligatorio.
Un mes de espera, cero medicamentos y una vida en suspenso
Con esos estudios regresaron por tercera vez al IMSS-Bienestar. El enfermero aseguró que intentaría solicitar tratamiento “aunque oficialmente no tuviera tuberculosis”, pero que debían esperar un mes.
Cumplieron la espera.
El mensaje final fue devastador:
“No hay medicamento”
Ni alternativa.
Ni referencia.
Ni una respuesta humana.
La familia agotó sus ahorros pagando consultas particulares. Este lunes fue la última vez que pudieron hacerlo. Con el cansancio en el cuerpo y el alma, regresaron a Pueblo Hidalgo, donde Gregorio volvió a toser entre silencios y rabia contenida.
Raymundo lo resume con dolor:
“Ajá, no tiene tuberculosis, ¿pero entonces lo van a dejar morir? Algo tiene y no quieren descubrirlo. La gente pobre se muere… como seguro se va a morir nuestro familiar”.
Un derecho negado y una vida que se apaga
El caso exhibe un patrón grave: diagnósticos contradictorios, estudios privados descartados, falta de medicamentos, ausencia de referencia hospitalaria y una evidente negación del derecho a la salud que protege a pueblos indígenas y personas adultas mayores.
Mientras la familia denuncia, Gregorio regresó a casa el 8 de diciembre, sin tratamiento y sin esperanza. Su último acto de fe fue permitir que su historia se hiciera pública, confiando en que alguien lo escuche.
Sus familiares piden la intervención directa de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y de la gobernadora de Guerrero para que se garantice el acceso inmediato al tratamiento. El tiempo, dicen, ya no está de su lado.
En la Montaña y Costa Chica, donde caminar dos horas para buscar atención es cotidiano, la vida no debería depender de un papel que diga “positivo” o “negativo”. Debería depender, simplemente, de la voluntad de atender.
