
Los murales comunitarios coordinados por la Dirección de Cultura se han convertido en uno de los referentes más visibles del orgullo local. En un municipio donde la vida diaria transcurre entre la lengua amuzga, los oficios tradicionales y la fortaleza comunitaria, estas obras no solo decoran paredes: narran historias, sostienen memoria y proyectan a futuro lo que significa ser parte de Tlacoachistlahuaca.
El impulso institucional del Gobierno Municipal 2024–2027 ha permitido que artistas jóvenes, maestras artesanas y promotores culturales unan talento y territorio para fortalecer el desarrollo cultural del municipio. La apuesta es clara: que el arte sea una herramienta viva, cercana y capaz de acompañar procesos comunitarios.
El arte que camina con la comunidad
Los murales comenzaron como una iniciativa pequeña, pero hoy forman parte de un corredor artístico que atraviesa escuelas, plazas y calles principales. Cada trazo recupera elementos de la identidad local: la milpa, la fiesta, las tejedoras, los ríos que dan vida, la memoria de los abuelos y abuelas. Son imágenes que dialogan con quienes pasan rumbo al mercado, con quienes llevan a sus hijos a la escuela, con quienes vuelven cansados del trabajo.
“Cuando pintamos pensamos en la gente que vive aquí, en lo que somos como pueblo”, comentó una artista amuzga que participó en la creación de uno de los murales más recientes. “Queremos que las niñas y los niños se vean reflejados y sepan que su cultura vale, que está viva y que es hermosa”.
Tlacoachistlahuaca apuesta por el desarrollo cultural
El Gobierno Municipal ha respaldado estos procesos mediante materiales, logística y acompañamiento institucional. Este apoyo permitió que los murales se consolidaran como un proyecto permanente y no como una intervención aislada. “El arte es parte de nuestra educación comunitaria; es una manera de fortalecer la identidad y abrir espacios de expresión”, señaló personal de la Dirección de Cultura.
La presencia de murales también ha generado dinámicas positivas entre jóvenes, quienes se suman como aprendices o voluntarios. En un municipio donde las oportunidades suelen ser limitadas, estos procesos artísticos abren caminos nuevos. “A tiro nos enseñaron a mezclar colores, a hacer líneas firmes. Nunca había tenido un pincel en la mano y ahora quiero seguir aprendiendo”, compartió un estudiante de secundaria.
Memoria, territorio e identidad que no se borran
Los murales, además, refuerzan la identidad visual de Tlacoachistlahuaca, un territorio que ha defendido históricamente su cultura frente a la discriminación y la invisibilización. Ver en grande elementos de la cultura amuzga—desde los huipiles tejidos con telar de cintura hasta escenas de la vida comunitaria—abre un diálogo necesario sobre pertenencia, orgullo y resistencia.
Para muchas familias, que estos símbolos estén en las calles es un recordatorio de que la cultura no solo se celebra en fiestas patronales; se vive todos los días y se hereda colectivamente.
Arte para seguir sembrando comunidad
Mientras avanzan nuevas etapas del proyecto, la Dirección de Cultura señaló que continuará trabajando con autoridades comunitarias, barrios y escuelas para que más murales sigan brotando en las paredes del municipio. “El arte une, sana y anima. No es solo pintura; es comunidad”, expresaron integrantes del equipo cultural.
Con cada mural, Tlacoachistlahuaca reafirma que su identidad no es adorno ni postal: es raíz profunda. Y en cada trazo queda sembrada la memoria de un pueblo que sigue caminando con dignidad.
